martes, 1 de septiembre de 2015
Munda
Eso lo hacíamos de noche y a lo lejos la gente sólo veía unas bolas de lumbre, como flotando en el aire y decía, “doña Goya está cociendo cazuelas”.
http://www.jornadaveracruz.com.mx/munda/
El collar
Éramos unas niñas cuando nos conocimos. De tarde en tarde
íbamos juntas a clase de baile –yo envidiaba el hermoso rifle de madera que
ocupabas en las estampas folklóricas de Jalisco–, pero casi no hablábamos. Ese
maravilloso espacio para las niñas del pueblo se terminó y nos perdimos la
huella. Tú ibas en otra primaria y vivías muy lejos de mi casa. No había
manera. Fue hasta el curso de verano para ingresar a la Telesecundaria que nos
reencontramos; ahí, en el descanso de las escaleras iniciamos el collar de
hermosas piedras que día a día engarzamos con felicidad, anhelos, ideales.
También con amarguras y tristezas.
Qué no hemos vivido juntas, mi querida alma gemela: el
primer amor, el salir de casa para luchar por nuestro sueños, el vivir juntas,
el viajar –no lo suficiente–. Hemos reído, llorado, gritado y guardado nuestros
más especiales secretos. Juntas, siempre juntitas.
Sé que la enorme diferencia de nuestras almas es lo que
las hace compatibles, mi Amarillita, mi querida Verito.
Sueño con que lleguemos a ser viejitas y nos sentemos en
el corredor de tu casa o de la mía y sigamos riendo, llorando, gritando y
callando. Sueño con que el collar de piedras de colores y sentires sea tan
largo como las madejas de hilo que ocupábamos para bordar, en lugar de tomar
clases –mientras nos platicábamos qué habíamos hecho una tarde antes.
He pensado que todos los sueños que hemos tenido se han
cumplido. Sigamos soñando amiga del alma.
Septiembre apenas empieza, tenemos todo el mes para
celebrar tu maravillosa y admirable vida.
Te abrazo con todo mi amor.
Tu cocadita.
martes, 11 de agosto de 2015
Acta de partida de Celina Cuevas Ruiz (Parte I)
Karina de la Paz Reyes Díaz
Celina, hija de Tirso Cuevas y Dolores Ruiz, nació el siete de junio de 1930 en Teayo, municipio de Castillo de Teayo, Veracruz, y murió el ocho de junio de 2015 en la misma comunidad.
La noche del ocho de noviembre de 1947 desafió la puntería de su padre y mientras éste dormía al pie de la puerta de la casa con carabina en mano, huyó con su amor, Gumercindo Reyes Arteaga. Con él, compañero por el resto de su vida, tuvo cinco hijos y tres hijas, en el siguiente orden: Victoria, Sabás, Fortino, Rubén, Aníbal, Hortensia, Juan y María.
Además de hijos e hijas, crió gansos, patos, guajolotes, gallos, gallinas, pollos, palomas, chachalacas, cotorras, perros y gatos. Era tal el gusto por los gatos que en una época llegó a tener más de veinte, cada uno con nombre.
Fue amante de la naturaleza, tan es así que dejó un solar cuyos bisnietos asemejan a una selva, con árboles de todo tipo: mante, ciruela, durazno, zapote mamey, tamarindo, mango, palma de coco, níspero, naranjo, nim, cedro, guanábana, guayabo… Qué decir de las plantas y arbustos, que en cada floración eran motivo de festejo familiar. También fue amante de cultivar, cosechar, tostar y moler el café que se bebía religiosamente todas las mañanas.
Además de hijos e hijas, crió gansos, patos, guajolotes, gallos, gallinas, pollos, palomas, chachalacas, cotorras, perros y gatos. Era tal el gusto por los gatos que en una época llegó a tener más de veinte, cada uno con nombre.
Fue amante de la naturaleza, tan es así que dejó un solar cuyos bisnietos asemejan a una selva, con árboles de todo tipo: mante, ciruela, durazno, zapote mamey, tamarindo, mango, palma de coco, níspero, naranjo, nim, cedro, guanábana, guayabo… Qué decir de las plantas y arbustos, que en cada floración eran motivo de festejo familiar. También fue amante de cultivar, cosechar, tostar y moler el café que se bebía religiosamente todas las mañanas.
Otras de sus pasiones fueron cocer en su horno de tierra pan con levadura de cajete, empanadas de camote, pemoles, alfajores, chancacudas y zacahuil; de hacer en su gran hornilla (también de tierra) conservas y atoles de todas las frutas posibles. Manjares que repartía a todos los seres queridos que estaban a su alcance.
Cómo olvidar citar su cocina, cuyas paredes (igualmente de tierra) estaban atestadas de cazuelas y jarros; sus pláticas sobre los antigües, venados y hermosas pozas que hace muchos, muchos años había en Teayo. Cómo olvidarla a ella en sí. Nunca.
Teayo no será el mismo sin Celina Cuevas Ruiz. Mi amada y admirada abuela.
Cómo olvidar citar su cocina, cuyas paredes (igualmente de tierra) estaban atestadas de cazuelas y jarros; sus pláticas sobre los antigües, venados y hermosas pozas que hace muchos, muchos años había en Teayo. Cómo olvidarla a ella en sí. Nunca.
Teayo no será el mismo sin Celina Cuevas Ruiz. Mi amada y admirada abuela.
La madre de mi padre.
Principio del formulario
Suscribirse a:
Entradas (Atom)