martes, 1 de septiembre de 2015
Munda
Eso lo hacíamos de noche y a lo lejos la gente sólo veía unas bolas de lumbre, como flotando en el aire y decía, “doña Goya está cociendo cazuelas”.
http://www.jornadaveracruz.com.mx/munda/
El collar
Éramos unas niñas cuando nos conocimos. De tarde en tarde
íbamos juntas a clase de baile –yo envidiaba el hermoso rifle de madera que
ocupabas en las estampas folklóricas de Jalisco–, pero casi no hablábamos. Ese
maravilloso espacio para las niñas del pueblo se terminó y nos perdimos la
huella. Tú ibas en otra primaria y vivías muy lejos de mi casa. No había
manera. Fue hasta el curso de verano para ingresar a la Telesecundaria que nos
reencontramos; ahí, en el descanso de las escaleras iniciamos el collar de
hermosas piedras que día a día engarzamos con felicidad, anhelos, ideales.
También con amarguras y tristezas.
Qué no hemos vivido juntas, mi querida alma gemela: el
primer amor, el salir de casa para luchar por nuestro sueños, el vivir juntas,
el viajar –no lo suficiente–. Hemos reído, llorado, gritado y guardado nuestros
más especiales secretos. Juntas, siempre juntitas.
Sé que la enorme diferencia de nuestras almas es lo que
las hace compatibles, mi Amarillita, mi querida Verito.
Sueño con que lleguemos a ser viejitas y nos sentemos en
el corredor de tu casa o de la mía y sigamos riendo, llorando, gritando y
callando. Sueño con que el collar de piedras de colores y sentires sea tan
largo como las madejas de hilo que ocupábamos para bordar, en lugar de tomar
clases –mientras nos platicábamos qué habíamos hecho una tarde antes.
He pensado que todos los sueños que hemos tenido se han
cumplido. Sigamos soñando amiga del alma.
Septiembre apenas empieza, tenemos todo el mes para
celebrar tu maravillosa y admirable vida.
Te abrazo con todo mi amor.
Tu cocadita.
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