Sólo como ejemplo, el encierro de alguien que encontró su misión en esta vida y en momentos le era imposible realizarla:
"Algunas personas opinan que en la cárcel disponemos los artistas de tiempo suficiente para emprender las tareas que nos vengan en gana. Que aquí vivimos un penoso, pero fecundo retiro. Ojalá fuera cierto en mi caso. ¿Pero cómo podría serlo si mi alma está imaginativamente entregada a la obra monumental y casi podría tocar las paredes opuestas de mi celda con sólo alargar los brazos?
"Yo quiero pintar frente a un gran muro, llegar al horizonte, nacer multitudes, hacer mía la profundidad de los diferentes planos de la unidad espacial, trabajar con instrumental moderno, con los mejores materiales de la química contemporánea, con proyectores eléctricos, rodeado de un numeroso equipo humano que haga subir y bajar los andamios con procedimientos mecánicos, empezar con la primera luz del día y terminar cuando el sol se oculta. Pero no. He de conformarme con la más pobre artesanía: hacer cuadritos.
"Ésta es mi verdadera cárcel. Trabajo en el cuadro de caballete y sueño con los grandes frescos. El alma fue creada para abarcar todas las cosas y yo na sé del mundo ni de los hombres".
Tomado del capítulo Un sueño más grave que el encierro del libro Siqueiros La Piel y la Entraña del maestro Julio Scherer García.
Material obtenido de las conversaciones que el maestro Scherer realizó a David Alfaro Siqueriso cuando éste estuvo en Lecumberri.
jueves, 17 de diciembre de 2009
lunes, 14 de diciembre de 2009
El odio plasmado en una hoja
Abril 26 de 2005
"Me quiero encontrar en los laberintos de mi alma, y hoy he llegado a la reflexión de que no sé perdonar. No sé qué me creo , o qué me siento, pero en mí encuentro mucho rencor, odio y desconfianza; no olvido. Vivo en un presente sujetado a un pasado latente y fresco. No sé olvidar, y no sé por qué, pero no puedo perdonar. Me consumo en las llamas que el rencor tiene encendidas en lo más profundo de mi ser".
Ayer encontré este escrito en una hoja doblada y resguardada en una vieja revista.
No recuerdo qué me incitó a escribirlo, pero sin duda fue un gran desahogo de mi alma.
domingo, 13 de diciembre de 2009
La casita del cuento azul, rojo, amarillo y naranja
Imagen de una "casita" de la comunidad de Tetelcingo, municipio de Coscomatepec, cerca del Pico de Orizaba; vivienda que resguarda a una humilde familia de las temperaturas bajo cero y por consecuencia heladas, que frecuentemente padece la región.
Sin necesidad de ir tan lejos se percibe que en México no se vive mejor, y Veracruz no late con fuerza.
-¿Y la izquierda?
-Anda ocupada negociando "asuntos políticos".
PD. Esta casita es linda y pintoresca, hay otras que realmente preocupan, esperemos que pronto vayan gentes de nuestro gobierno a tomar nota.
Será pronto -dicen-, las campañas para sustituir gobernador, diputados locales y alcaldes prácticamente ya empezó. El cinismo anda al hacecho, ¡cuidado!
jueves, 10 de diciembre de 2009
Los Ríos Profundos
Solo un fragmento de Los ríos profundos, del encantador peruano José María Arguedas.
Con la intención de incitar a su deleite.
Yo esperé el amanecer, sin moverme. Hubo un instante en que me sacudí, porque creí que me había "pasado" de tanto contener mi cuerpo. No me fiaba de los gallos. Cantan toda la noche; se equivocan; si alguno, por alterado, o por enfermo, canta, le siguen muchos, arrastrados por el primer llamado. Esperé a las aves; a los juskucha pesk'os, que habitan en el tejado. Uno vivía dentro del dormitorio, en el techo sin cielo raso. Salía a la madrugada; brincaba de tijera a tijera,, sacudiendo las pequeñas alas, casi como las de un picaflor, y volaba por la ventana que dejaban abierta para que entrara el aire.
El ruiseñor se levantó al fin. Bajó a un tirante de madera y saltó de allí muchas veces, dándose vueltas completas. Es del color de la ardilla e inquieto como ella. Nunca lo vi detenerse a contemplar el campo o el cielo. Salta, abre y cierra las alas, juega. Se recreó un rato en la madera, donde caía la luz de la ventana. Le dio alegría a mi corazón casi detenido: le transmitió su vivacidad incesante; pude verle sus ojos, buscándolos. ¡Ni un río, ningún diamante, ni la más noble estrella brilla como aquella madrugada los ojos de ese ruiseñor andino! Se fue , escapó por la ventana. La claridad del amanecer lucía, empezaba sobre las cosas del dormitorio y en mí. Bajé de la cama y pude vestirme, en silencio. Recordando a Caucha, cuando escapó para flajelarse, en la puerta de la capilla, abrí la puerta del dormitorio, empujándola hacia arriba, y no hice ruido.
Con la intención de incitar a su deleite.
Yo esperé el amanecer, sin moverme. Hubo un instante en que me sacudí, porque creí que me había "pasado" de tanto contener mi cuerpo. No me fiaba de los gallos. Cantan toda la noche; se equivocan; si alguno, por alterado, o por enfermo, canta, le siguen muchos, arrastrados por el primer llamado. Esperé a las aves; a los juskucha pesk'os, que habitan en el tejado. Uno vivía dentro del dormitorio, en el techo sin cielo raso. Salía a la madrugada; brincaba de tijera a tijera,, sacudiendo las pequeñas alas, casi como las de un picaflor, y volaba por la ventana que dejaban abierta para que entrara el aire.
El ruiseñor se levantó al fin. Bajó a un tirante de madera y saltó de allí muchas veces, dándose vueltas completas. Es del color de la ardilla e inquieto como ella. Nunca lo vi detenerse a contemplar el campo o el cielo. Salta, abre y cierra las alas, juega. Se recreó un rato en la madera, donde caía la luz de la ventana. Le dio alegría a mi corazón casi detenido: le transmitió su vivacidad incesante; pude verle sus ojos, buscándolos. ¡Ni un río, ningún diamante, ni la más noble estrella brilla como aquella madrugada los ojos de ese ruiseñor andino! Se fue , escapó por la ventana. La claridad del amanecer lucía, empezaba sobre las cosas del dormitorio y en mí. Bajé de la cama y pude vestirme, en silencio. Recordando a Caucha, cuando escapó para flajelarse, en la puerta de la capilla, abrí la puerta del dormitorio, empujándola hacia arriba, y no hice ruido.
viernes, 4 de diciembre de 2009
Cascabeles y campanas
A manera de explicar el nombre de este espacio:
De los cascabeles emanaba, emana aún, el sonido ritual de nuestros antepasados, los prehispánicos.
De las campanas emana el sonido que llama a la casa del Dios que fue impuesto por los españoles. Estos finos y hermosos objetos, son un parteaguas en nuestra historia.
En horabuena, por lo bueno y lo malo que significan las campanas y cascabeles para nosotros. Por las muchas historias que aquí serán contadas.
Karina De La Paz
De los cascabeles emanaba, emana aún, el sonido ritual de nuestros antepasados, los prehispánicos.
De las campanas emana el sonido que llama a la casa del Dios que fue impuesto por los españoles. Estos finos y hermosos objetos, son un parteaguas en nuestra historia.
En horabuena, por lo bueno y lo malo que significan las campanas y cascabeles para nosotros. Por las muchas historias que aquí serán contadas.
Karina De La Paz
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