jueves, 9 de enero de 2014

De jefes alzados y pueblos caídos

I
_Usted mismo lo ha dicho, don Gamaliel _dijo el huésped cuando regresó, la mañana siguiente_. No se puede detener el curso de las cosas. Vamos entregándole esas tierras a los campesinos, que al fin son tierras de temporal y les rendirán muy poco. Vamos parcelándolas para que sólo puedan sembrar cultivos menores. Ya verá usted que en cuanto tengan que agradecernos eso, dejarán a las mujeres encargadas de las tierras malas y volverán a trabajar nuestras tierras fértiles. Mire nomás: si hasta puede usted pasar por un héroe de la reforma agraria, sin que le cueste nada.



***

II
_ ¿Te cuento una cosa? Mira que es para morirse de la risa.

_ ¿Qué cosa?

_No te lo diría si no estuviera seguro que de aquí no salgo. Carranza me mandó en esta misión con el puro objeto de que me agarraran y fueran ellos los responsables de mi muerte. Se le metió en la cabeza que más le valía un héroe muerto que un traidor vivo.

_ ¿Tú traidor?

_ Depende de cómo lo mires. Tú nada más has andado en las batallas; has obedecido órdenes y nunca has dudado de tus jefes.

_Seguro. Se trata de ganar la guerra. Qué, ¿tú no estás con Obregón y Carranza?

_Como podía estar con Zapata o Villa. No creo en ninguno.

_ ¿Y entonces?

_Ese es el drama. No  hay más que ellos. No sé si te acuerdas del principio. Fue hace tan poco, pero parece tan lejano… cuando no importaban los jefes. Cuando esto se hacía no para elevar a un hombre, sino a todos.

_¿Quieres que hable mal de la lealtad de nuestros hombres? Si eso es la revolución, no más: lealtad a los jefes.

_ Sí. Hasta el yaqui, que primero salió a pelear por sus tierras, ahora sólo pelea por el general Obregón y contra Villa. No, antes era otra cosa. Antes de que esto degenerara en facciones. Pueblo por donde pasaba la revolución era pueblo donde se acababan las deudas del campesino, se expropiaba a los agiotistas, se liberaba a los presos políticos y se destruía a los viejos caciques. Pero ve nada más cómo se han ido quedando atrás los que creían que la revolución no era para inflar jefes sino para liberar al pueblo.


Fragmentos de la novela La muerte de Artemio Cruz
de Carlos Fuentes.

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