Querido Serafín
Llegaste a mi vida
cuando todavía era una niña.
Idéntico a tu padre:
negro con patas blancas y cola esponjada.
Siempre guapo y
cariñoso.
Salí de casa en
busca de mis sueños y tú te quedaste con mis padres.
Ya grande decidiste
llevar a tu novia a vivir contigo.
Mi padre la llamó
Tostada, y con ella tuviste muchos hijos.
No dejaste de ser
andariego, y más cuando ella te abandonó.
Cómo olvidar tus siestas bajo el
sol, placentero y feliz.
Cómo olvidar tu roces en mis tobillos,
dándome cariño.
Anoche pediste a mi
padre que te dejara dormir en la bodega.
Ahí donde tenías la encomienda
de evitar la visita de los ratones.
Hoy él me informó de tu partida al paraíso eterno.
Estarás bajo el
árbol de mandarina, ahí donde yace tu padre, y tus demás antepasados Rambo, Macumba, Burbuja, Carbuncla...
Me dicen que debes
estar gozando allá, con los tuyos.
Es mi consuelo, que
seas feliz en el cielo, como lo fuiste en la tierra, en tus casi 15 años de vida.
Te quiero y te quise
mucho mi Serafín, mi Serapio, mi negrito cola esponjada.
Como el día que salí
de casa, te llevaré en mis pensamientos.
Es maravilloso tener a alguien así esperando en el paraíso eterno, entrañable compañía.
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